
in memoriam Ulises Abadie
lo vino a encandilar la Luna
la curva sin estribos
quizás los ojos de la noche agónica
en los ojos de ese pájaro de alas en sombras
que asombra del casco su visera un instante
apenas un instante pero cuando ya es tarde
y el ángel montado en su moto-locomotora-dromedario
barreminas-piróscafo-remolcador de espacionaves
que huelen a neblina en los puentes
en la línea de crujía de la gran motocicleta
la motocicleta grande como bolsa de magos
desquiciada ya un instante antes del impacto
apenas un instante apenas un parpadeo
cuando ya todo habrá de ser camino desaparecido
un impacto y la franja de escombros mecánicos
como de transbordador espacial y cayendo
como azul de cometa y cayendo con un ángel encima
un ángel gordo como todos los ángeles verdaderos
un ángel-diablo como todo ángel verdadero
un ángel-cabra como todo ángel verdadero
y terco como todo cabrío verdadero
bajo el signo de aries con su Luna en menguante
en una mano sus Parisiennes en la otra mano
el insufrible plástico del fernet de los jueves
por qué acelerar la soledad la somnolencia
cuando hubo otras noches
donde una caravana de luces rojas
tomaba las curvas de aquellas noches
y las luces traseras eran rojas en aquellos peraltes
y en perspectiva brillaban como luces de bengala cruzándose
en un elogio a la lentitud más que un festejo de cilindradas
por qué acelerar la última copa las últimas risas
cuando la noche es toda ceremonia a la vida a los amigos
porque los caminos seguirán estando con sus sombras y sus luces
seguirán estando con sus nieblas y rocíos tempranos
y seguirán estando como está ese su cuerpo de ángel caído
porque en nosotros su cuerpo ya es camino
porque en nosotros su alma ya es memoria
(mayo/2010)
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